Su objetivo es investigar tratamientos para hacer frente a enfermedades como la malaria, la tuberculosis y otras enfermedades causadas por kinetoplástidos.
Adaptándose a las necesidades y, dado el contexto provocado por la pandemia, el centro de investigación Centro de I+D de Tres Cantos comenzó en junio de 2020 a realizar pruebas diagnósticas avanzadas de COVID-19 (PCR) y a ofrecer soporte para realizar ensayos clínicos de esta patología que se llevaran a cabo en territorio español. Y es que, como siempre lo ha sido, su prioridad durante dicha pandemia fue la Salud Global y, para lograrla, fue necesaria la colaboración científica, cuidar de la salud de las personas y también de la salud del planeta.
¿Qué se hizo en el Centro de I+D de Tres Cantos a lo largo de ese tiempo?
2020 y 2021 fueron años en los que el principal foco de GSK a nivel mundial fue la búsqueda de soluciones para combatir la COVID-19, así como también estar preparados para posibles futuras pandemias.
El conocimiento y trayectoria de GSK en el campo de la inmunización a lo largo de las últimas décadas han hecho que puedan aplicar su experiencia en adyuvantes en la lucha frente a la COVID-19. Es por ello que uno de los principales enfoques de GSK ha sido la aplicación de su tecnología en este campo para el desarrollo de vacunas adyuvadas basadas en proteínas para hacer frente al coronavirus con varios socios. Y es que el uso de un adyuvante puede ser de particular importancia en una situación de pandemia, ya que puede reducir la cantidad de antígeno requerido por dosis, permitiendo que se produzcan más dosis de vacuna y, por lo tanto, contribuir así a proteger a más personas.
En cuanto al centro de investigación en Tres Cantos, David Barros, responsable de la Unidad de Tuberculosis del Centro de I+D de Tres Cantos, asegura que “desde el principio tuvimos claro que con nuestros conocimientos y recursos podríamos contribuir a la lucha contra esta pandemia en España. Optamos por la opción de solicitar voluntarios entre nuestros científicos y la respuesta fue masiva: de los 100 investigadores que trabajaban en el laboratorio, 45 se ofrecieron como voluntarios en apenas tres horas”.
La adaptación del centro fue relativamente sencilla, y es que “la mayoría de este nuevo equipo son científicos que trabajan en la Unidad de Tuberculosis del Centro, por lo que tienen experiencia en patógenos respiratorios”, como asegura David Barros.
“Sin embargo, a lo largo de este año y, a pesar de contribuir a la lucha frente a esta pandemia, hemos tenido claro nuestro compromiso con la Salud Global y en ningún caso hemos desatendido nuestra misión ni nuestro compromiso”, concluye David Barros.