1: ¿Qué es?
La varicela y el herpes zóster tienen un mismo origen: el virus varicela-zóster. En la primera infección, este virus causa la varicela quedando latente en los nervios sensoriales, responsables de percibir la temperatura o el tacto de los objetos. Nuestro sistema inmunitario mantiene controlado al virus, pero, en algunas ocasiones deja de ser capaz de controlarlo y se reactiva como herpes zóster.
Actualmente, en Europa el herpes zóster afecta a entre 2-4,6 personas por cada 1.000 personas al año.
2: ¿A quién afecta?
Durante la infancia, más del 90% de las personas han pasado la varicela y tenido ese primer contacto con el virus varicela-zóster, según la publicación “Epidemiología de la varicela en España en los períodos pre y post vacunación” de 2009. Por lo tanto, todas ellas están en riesgo de sufrir la reactivación del herpes zóster.
El papel de la inmunosenescencia y la fortaleza del sistema inmunitario
A medida que pasan los años y que nos hacemos mayores, nuestro sistema inmune también envejece y nos hacemos más vulnerables ante ciertas infecciones, enfermedades y agresiones externas. Este proceso se llama “inmunosenescencia” y depende de nuestra edad o de factores genéticos, así como de motivos externos a nuestro propio cuerpo, como por ejemplo el estrés, el nivel de actividad física o nuestro tipo de alimentación.
Aproximadamente, una de cada tres personas entre 50 y 90 años pasará algún episodio de herpes zóster, según la publicación “Herpes zoster risk and burden of disease in immunocompromised populations: a population-based study using health system integrated databases”, de 2009-2014. Los pacientes con un sistema inmunitario debilitado y que, por lo tanto, están inmunocomprometidos, tienen un mayor riesgo de de tener herpes zóster, de hacerlo más de una vez y de presentar complicaciones asociadas, según la misma publicación citada previamente.
3: ¿Cómo detectamos el virus varicela-zóster?
Los principales síntomas producidos por el herpes zóster son un dolor intenso, ardiente o punzante que puede ser de intensidad variable. También suelen aparecer pequeñas ampollas similares agrupadas generalmente y localizadas en una zona concreta del cuerpo, como alrededor de la cintura o la espalda y, menos frecuentemente, en los brazos y en la cara, de acuerdo a las publicaciones “Varicella-zoster virus: virology and clinical management”, de 2000; “Herpes zoster (shingles) and postherpetic neuralgia”, de 2009; “Advisory Committee on Immunization Practices (ACIP) Centers for Disease Control and Prevention (CDC). Prevention of herpes zoster: recommendations of the Advisory Committee on Immunization Practices (ACIP)”, de 2008.
4: ¿Qué evolución tiene el herpes zóster?
La fase aguda dura entre dos y cuatro semanas, según la publicación “Post-herpetic Neuralgia: a Review”, de 2016. El herpes zóster, a pesar de presentar una baja mortalidad, puede implicar complicaciones, especialmente la neuralgia postherpética, que es la más frecuente. Esta puede ocasionar discapacidad y afectar de forma importante a la calidad de vida de quienes viven con él, de acuerdo a la publicación “The impact of herpes zoster and post-herpetic neuralgia on quality of life: patient-reported outcomes in six European countries”, de 2012.
La neuralgia postherpética se caracteriza por un dolor que puede ser de leve a insoportable, constante o intermitente, pudiendo persistir más de tres meses y durar incluso años, según la publicación “Advisory Committee on Immunization Practices (ACIP) Centers for Disease Control and Prevention (CDC). Prevention of herpes zoster: recommendations of the Advisory Committee on Immunization Practices (ACIP)”, de 2008.
Otras de las complicaciones, aunque menos frecuentes, son aquellas que pueden afectar a la visión o a la audición, pudiendo desencadenar alteraciones o pérdida de la visión, vértigos o incluso parálisis temporal o permanente de los músculos de la cara, de acuerdo a la publicación “Advisory Committee on Immunization Practices (ACIP) Centers for Disease Control and Prevention (CDC). Prevention of herpes zoster: recommendations of the Advisory Committee on Immunization Practices (ACIP)”, de 2008.
5: ¿Cómo combatir el herpes zóster?
Para combatir el herpes zóster se recomienda iniciar el tratamiento con antivirales idealmente en las primeras 72 horas tras la aparición del sarpullido, además de mantener limpia la zona para evitar posibles infecciones secundarias en la piel, según la publicación citada previamente.
Ante la sospecha de tener un herpes zóster, te recomendamos acudir a tu profesional sanitario para que pueda evaluar la situación y ofrecer un tratamiento adecuado.
La finalidad de este contenido es únicamente informativa y no ofrece asesoramiento médico. En caso de duda, por favor, acude a tu médico.