Hoy, y al contrario de lo que sucedía hace dos siglos, podemos imaginar el futuro e identificar las claves que nos permitirán seguir añadiendo años a la vida y vida a los años. Un futuro que pasa por adelantarnos a la enfermedad, invertir en prevención y generar entornos saludables que mejoren la calidad de vida en todas las edades, y que solo es posible con el impulso de todos los actores que formamos el sector salud.
Contamos con noticias recientes muy positivas en este aspecto, como los nuevos objetivos de la Comisión Europea que incluyen la necesidad de reforzar las políticas de prevención y dar respuesta a los retos a los que se enfrentan los sistemas sanitarios, como el aumento de las comorbilidades asociadas a una mayor esperanza de vida, la falta de financiación o la aparición de enfermedades a edades cada vez más tempranas. Los datos en patologías como el cáncer, donde la aparición temprana ha aumentado casi un 80% en las últimas tres décadas, evidencian la necesidad de tomar acción con medidas relacionadas con la prevención que comienzan mucho antes de la atención sanitaria. Oportunidades que van desde la creación de entornos que promuevan hábitos de vida saludables y prioricen la protección de los colectivos más vulnerables, hasta la defensa del medio ambiente.
La ciencia lleva años alertando sobre los riesgos en salud asociados a la contaminación atmosférica o el incremento de temperaturas asociadas al cambio climático. De hecho, según las Naciones Unidas, la contaminación atmosférica se ha convertido ya en el segundo factor de riesgo de muerte prematura a nivel mundial. Factores que afectan especialmente a pacientes con patologías respiratorias como el asma o la EPOC.
Prevenir también pasa por adelantarse a la enfermedad. Contamos con herramientas clave en este ámbito, como los cribados o el impulso del diagnóstico precoz, una práctica esencial para mejorar el tratamiento en áreas como la inmunología, donde el diagnóstico temprano puede ser determinante para el tratamiento de patologías como el lupus o el asma grave. Y, por supuesto, contamos con las vacunas. Una herramienta esencial para cualquier sistema de salud que salva cada año entre 3 y 5 millones de vidas y que, tal y como indica un reciente estudio de la Office of Health Economics de Londres, cada euro invertido en la inmunización de adultos genera un retorno económico de hasta 19 euros.
En GSK tenemos muy clara nuestra responsabilidad y la oportunidad que tenemos como compañía biofarmacéutica en el ámbito de la prevención. Nuestra ambición es impactar positivamente la salud de 2.500 millones de personas a finales del año 2030. Para lograrlo, investigamos en áreas clave como las enfermedades infecciosas, el VIH, la inmunología, las enfermedades respiratorias y la oncohematología. Contamos con la mayor cartera de vacunas del mundo, lideramos los rankings de acceso a medicamentos y hemos anunciado objetivos e inversiones para conseguir un impacto neto cero en el clima y un impacto positivo en la naturaleza con metas establecidas para 2030 y 2045.
Además, el enfoque One Health es clave en nuestra visión de compañía, por ello la Salud Global es una de nuestras áreas de investigación estratégicas, para combatir amenazas como las resistencias antimicrobianas y enfermedades desatendidas como la malaria o la tuberculosis.
La pandemia planteó la necesidad de reforzar nuestros sistemas y nos ha hecho reflexionar sobre la importancia de potenciar sistemas basados en la prevención. En esta misión, compleja e ilusionante, es en la que continuaremos trabajando desde GSK para alcanzar el objetivo más importante de todos, que no es otro que seguir ayudando a mejorar la vida de las personas.
Guillermo de Juan, vicepresidente de GSK España y director en Europa de Relaciones Institucionales y Comunicación.