Con el objetivo de ser un lugar de encuentro para los distintos sectores sociales involucrados en el mundo sanitario, la institución potencia el trabajo creativo y ofrece formación en las áreas de Bioética, Prevención y Educación Sanitaria y Humanidades. Hoy, treinta años después, el espíritu de esta organización sin ánimo de lucro sigue siendo el mismo. Hablamos con el presidente de la institución, Diego Gracia, para profundizar sobre la importancia de la bioética en el mundo de la salud y descubrir las principales acciones que la Fundación lleva a cabo bajo su misión.
La actividad más distintiva y propia de la Fundación de Ciencias de la Salud desde sus orígenes ha sido, sin duda, la bioética. ¿Por qué decidieron enfocar gran parte de la actividad de la institución en este ámbito?
En la segunda mitad del siglo XX se sucedieron a un ritmo vertiginoso los descubrimientos y las novedades en el área de las ciencias biomédicas como, por ejemplo, la genética molecular o espectaculares avances en el ámbito de la farmacología y la cirugía. Esto hizo que en los años cincuenta y sesenta comenzara a aparecer la preocupación por saber si todo lo técnicamente posible debía considerarse sin más éticamente correcto. Y de esa preocupación nació en 1970 una disciplina nueva, la bioética, que desde entonces ha tenido un desarrollo espectacular. Cuando iniciamos la actividad de la Fundación en 1991 nos pareció que este era un campo en el que había una gran labor por realizar, y en el que creíamos que era posible hacer cosas que pudieran ser de utilidad para los profesionales sanitarios y que sirvieran para mejorar la calidad de sus decisiones. Y no nos equivocamos.
¿Cuál es la función de la bioética?
La bioética es un tipo de ética. Y la ética es considerada, desde sus orígenes en la antigua Grecia, como una disciplina práctica. Esto significa que consiste en responder a la pregunta a la que todos los seres humanos nos hacemos siempre antes de tomar una decisión: “¿qué debo hacer?”. La formación que nos han dado en la enseñanza media y en la universitaria está basada en hechos científicos, pero sin prestar ninguna atención al otro elemento que necesariamente entra en cualquier toma de decisiones, como son los valores. De ahí la importancia de trabajar en este campo, en el que casi todo está por hacer, porque lo que se oferta carece por lo general de calidad.
Muchos estudiantes de Medicina consideran que en las facultades no se da la suficiente importancia a la bioética. ¿Cree que es importante que los profesionales del sector sanitario reciban más formación en esta disciplina?
La bioética no deja de ser una entre las varias disciplinas, generalmente conocidas con el nombre de Humanidades médicas, en la que es preciso potenciar la formación de los profesionales sanitarios. A día de hoy esta disciplina ya es una asignatura obligatoria en todas las facultades de medicina. Sin embargo, el problema está en que quienes tienen que enseñarla tampoco han recibido una formación adecuada, ya que la ética no se aprende más que a través de la formación.
Desde la Fundación ofrecéis el Máster en Bioética. ¿De qué manera formáis a los profesionales sanitarios en esta disciplina?
El objetivo de nuestros cursos es formar a los profesionales sanitarios a fin de que ellos puedan también formar a otros, tanto en las Facultades como en los cursos de formación continuada de los hospitales y centros sanitarios, y de ese modo vayamos generando una nueva cultura médica, que es nuestro objetivo. El Máster en Bioética es semipresencial, de tal modo que buena parte del trabajo se hace a distancia, a través del Campus virtual que tenemos en la Fundación, y otra parte que consideramos aún más importante se hace en semanas presenciales intensivas que tienen lugar en Madrid. Este sistema nos permite formar a personas no solo de Madrid, ni de España, sino también de otros países, como es el caso de Portugal y Latinoamérica. Hoy tenemos un campo de influencia que cubre todo el mundo de habla hispana, donde somos reconocidos y gozamos de un importante prestigio.
Desde la Fundación colaboráis con universidades, academias, facultades de Medicina, sociedades científicas e instituciones profesionales para añadir valor a la sanidad española.
Sería ingenuo pensar que todo eso podemos hacerlo en solitario. Nuestros cursos están acreditados, en unos casos por las autoridades universitarias, y en otros por el sistema de acreditación docente del sistema nacional de salud. Las titulaciones académicas las otorga la Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA), con la que trabajamos en estrecha colaboración. Y en el área de la formación continuada colaboramos con el Estado central y con la práctica totalidad de las comunidades autónomas.
¿Por qué también es importante contar con colaboradores como GSK para conseguirlo?
La Fundación surgió por iniciativa de GSK, compañía con una cultura empresarial muy sensible al mecenazgo cultural. Lo que buscamos desde el primer momento fue que la actividad de la Fundación no quedara en algo superficial, sino que sirviera para añadir valor a la sociedad española y muy especialmente al mundo sanitario.
Las nuevas tecnologías están revolucionando por completo el ámbito de la medicina. ¿Cuáles cree que serán los principales desafíos a los que la bioética tendrá que hacer frente en los próximos años?
En 1970 Potter dijo que la bioética debía ser “el puente hacia el futuro”. La cultura humana es un puente entre dos orillas. Una de esas orillas es la tecnociencia actual, con sus avances incesantes y espectaculares. Pero para que el puente no se caiga es necesario que en la otra orilla haya un pilar no menos resistente y necesario: el de la ética. Esa es la razón por la que Potter acuñó el neologismo bioética. Sin duda, la bioética tiene que servir para poner los avances de la ciencia al servicio de la humanidad, no para cualquier otro tipo de objetivo o interés. Algo que resulta tan complejo como estimulante.