1. Mantener la motivación para dejar de fumar
La experiencia de personas exfumadoras nos dice que, si bien no sucede en todos los casos, sí que es probable que las ganas de fumar o el recuerdo del placer que pueda producir no desaparece por completo nunca. Esto añade presión a la decisión de no fumar, por lo que es necesario mantener el foco en el objetivo y sus beneficios.
Recuerda esos beneficios; no sólo los indicados por el personal médico (evitar riesgos mayores en enfermedades graves), también las pequeñas cosas que pueden mejorar tu día a día. Es decir, encuentra un propósito capaz de motivarte en cualquier momento; por ejemplo, disfrutar de paseos cada vez más largos, subir las escaleras de casa sin complicaciones o retomar poco a poco un deporte abandonado.
2. Encontrar apoyo para decir adiós al tabaco
Abandonar el tabaco puede suponer un reto considerable, por lo que contar con ayuda puede contribuir a lograr el objetivo. El entorno puede tener una gran influencia, por lo que conviene informar a familiares y amigos de la decisión, para que contribuyan a alcanzar esta meta.
También es altamente recomendable (y un factor clave del éxito) recurrir a ayuda profesional para dejar de fumar, empezando por el médico de cabecera, ya que existen grupos de apoyo, terapias de reemplazo y otros abordajes que pueden reforzar el propósito y aumentar las posibilidades de éxito.
3. Romper con el hábito del fumador
En muchas ocasiones, fumar se asocia a momentos concretos del día o situaciones determinadas. Con apoyo del entorno y fuerza de voluntad, llegará el día en que esas actividades no supongan un reto, pero al iniciar el propósito de año nuevo, es mejor evitarlas. Al fin y al cabo, las primeras semanas tendrán días de mayor vulnerabilidad, avances más modestos y cierto desánimo, por lo que los momentos asociados al tabaco o la compañía de personas fumadoras serán mucho más difíciles de pasar sin un cigarro. Una buena forma de olvidarse de esos es mantenerse ocupado con otra cosa. Para ello, conviene explorar de donde nace la necesidad de fumar en un momento en concreto y buscar una actividad sustitutiva.
4. Quien la sigue, la consigue
A la hora de abordar cualquier reto, hay que hacerlo con todo. Pero es importante evitar la dureza con uno mismo ya que eso produce una mayor sensación de derrota, que es la antesala de darse por vencido.
Existe la posibilidad de no alcanzar el objetivo en el primer intento. Y eso no debe ser un freno para seguir intentándolo. Cada intento es un paso enorme hacia el logro, por lo que, si no lo consigues, date un descanso, pon una fecha e inténtalo de nuevo.
5. Espacios libres de humo
Como se ha mencionado anteriormente, el apoyo es fundamental. Se debe dedicar todo el esfuerzo necesario para explicar la importancia del propósito y hacer entender al entorno la relevancia de su papel. A partir de ahí, se deben establecer unas normas de obligado cumplimiento como puede ser la prohibición de fumar en casa para todos los miembros de la familia (también quienes no han dado el paso de dejarlo aún) con un doble objetivo: no caer de nuevo en la tentación y evitar ser fumador pasivo.