“El principio es la mitad del todo” dijo Pitágoras. Así que para comprender bien qué son los eosinófilos, empezaremos por explicar que son glóbulos blancos que conforman nuestro sistema inmunitario y participan, por lo tanto, en la respuesta inmune ante infecciones . En palabras del doctor Labrador, podríamos decir que “son un tipo de células polimorfonucleares con las que se constituye nuestra inmunidad innata cuyo papel consiste en asistir a todas las infecciones, ya sean causadas por bacterias, virus y hongos, principalmente, parásitos”. Él los define como “parte de nuestra primera línea de defensa”. Y es que, ante una infección “los tejidos periféricos emiten alarminas que provocan que el sistema inmune se active y se focalice en esa zona” y añade que “ellos siempre son de los primeros en llegar”. Además, asegura que, “se ha demostrado que en su patrullar actúan como reguladores de la homeostasis”, es decir, apoyan y cubren la falta o inoperatividad de otras células.
Se considera que contamos con un recuento “normal” de eosinófilos se encuentran entre 30 y 395 células/µL de sangre, según la publicación “Blood eosinophil count in the general population: typical values and potential confounders” de mayo de 2020. Aunque el paciente no es capaz de detectar una descompensación de los eosinófilos, bien es cierto que contar con una cantidad inferior o superior a la media podría provocarnos malestar y hacernos sentir que “algo no va bien”, apunta el doctor Labrador.
El doctor Labrador, además, nos explica que, tras varias investigaciones para analizar cómo actúa el sistema inmune cuando no hay eosinófilos, se ha concluido que la función que llevan a cabo estas células puede sustituirse por otras y, por lo tanto, contar con un sistema inmune igualmente efectivo. Unos resultados claros pero que “no quieren decir que ante un determinado virus o una infección específica no tener eosinófilos no pueda llegar a resultar crítico”, apunta Labrador.
Muy distinto es -según el doctor- cuando contamos con más eosinófilos de los normales. “Se considera que hay una sobrepoblación, eosinofilia, cuando los eosinófilos superan los 500 por microlitro y es crítica (hipereosinofilia) cuando superan los 1.500 por microlitro y la situación perdura por más de seis meses”. En ese caso lo primero que hay que hacer como profesional sanitario, explica, “es descartar un daño orgánico como puede ser en la piel, el corazón, el sistema digestivo o el pulmonar” Precisando además, generalmente, una valoración por hematología, según la publicación “Consultation for Elevated Blood Eosinophils: Clinical Presentations, High Value Diagnostic Tests, and Treatment Options” de octubre de 2018.
Es muy común detectar mediante un análisis de sangre una eosinofilia. El doctor Labrador propone que el primer paso ante esta situación sea “cuantificar la eosinofilia -si es aguda o mantenida en el tiempo- y después descartar las enfermedades asociadas.” Ante una elevada cantidad de eosinófilos no crítica, en nuestro medio, las enfermedades alérgicas como la rinitis alérgica, el asma, la urticaria o la dermatitis atópica son las causas secundarias más comunes.
Más allá de las alergias: las enfermedades eosinofílicas
Todo el mundo tiene eosinófilos en su cuerpo. La gran mayoría de la población cuenta con una cantidad normal de eosinófilos y, por lo tanto, un sistema inmune apropiado, pero también hay personas que presentan un mayor porcentaje de eosinófilos sin una causa conocida. Es el primer paso hacia lo que conocemos como enfermedad eosinofílica. Y es que recuentos elevados de eosinófilos en el torrente sanguíneo, el sistema digestivo, los tejidos u órganos pueden provocar problemas de salud. El punto principal es el lugar en el que se encuentran y es que una elevada cantidad de eosinófilos puede dar pie a enfermedades inflamatorias tipo 2 (caracterizadas por provocar un tipo de respuesta hiperactiva del sistema inmunitario) que pueden afectar la zona en la que se encuentran, según la publicación “Hypereosinophilic syndrome: a multicenter, retrospective analysis of clinical characteristics and response to therapy” de diciembre de 2009.
Algunas de estas enfermedades son el asma o la rinosinusitis crónica con pólipos nasales (RSCcPN). El asma eosinofílica es una enfermedad crónica que afecta a los pulmones, provocando inflamación y, como consecuencia, estrechando las vías respiratorias y dificultando la entrada de aire en ellas, según la publicación citada. Una de sus principales comorbilidades puede ser la RSCcPN, que generalmente comparte un perfil de inflamación común con el asma. Su característica principal -que da nombre a la afectación- es la aparición de pólipos nasales, lesiones benignas que aparecen en la mucosa nasosinusal y que impiden un tránsito correcto del aire, provocando una obstrucción nasal persistente.
Otros de los síntomas presentes en la poliposis nasosinusal son la alteración del olfato (anosmia), una presencia de mayor mucosidad, dificultad para respirar, para dormir y cefaleas. Aunque la sintomatología es clara, especialistas sanitarios aseguran que la cooperación multidisciplinar entre los departamentos de otorrinolaringología con neumología y alergología a la hora de diagnosticar e iniciar el tratamiento es clave.
Además, existen otras enfermedades eosinofílicas como la tradicionalmente conocida como “síndrome de Churg- Strauss” o granulomatosis eosinofílica con poliangeiítis (GEPA). Se trata de una enfermedad crónica que se manifiesta a través de la inflamación en la vía respiratoria tanto inferior como superior y en las paredes de los vasos sanguíneos (vasculitis) y puede causar daño pulmonar, de los senos paranasales, la piel, el corazón y el tracto gastrointestinal, entre otros órganos.
Otra enfermedad eosinofílica es el síndrome hipereosinofílico (SHE), un trastorno poco frecuente e infradiagnosticado, lo cual hace difícil estimar su prevalencia general. Los pacientes que viven con SHE tienen una sobreproducción persistente y marcada de eosinófilos y pueden presentar niveles de eosinófilos muy por encima de lo normal en personas sin esta patología (superior a 1.500 por microlitro).
Sea cual sea la afectación eosinofílica del paciente, el mejor remedio es una pronta detección por parte del profesional sanitario y un tratamiento adecuado para garantizar un buen manejo de la patología.
La finalidad de este contenido es únicamente informativa y no ofrece asesoramiento médico. En caso de duda, por favor, acude a tu médico.