Entrevista a la psicóloga Inma Puig: ¿Qué es la sostenibilidad emocional?

¿Por qué cree que este concepto es menos popular que el de sostenibilidad ambiental?

Porque es mucho más fácil hablar de los océanos y de la agricultura que de las emociones propias y ajenas. Arrastramos una educación en la que no se nos permitía hablar de emociones ni compartirlas. De hecho, personalmente me sorprende la cantidad de recursos que en la actualidad se invierten en la inteligencia artificial y los pocos que se están invirtiendo en las emociones, algo natural que tenemos todos.

¿Cómo se relacionan la sostenibilidad emocional, social y económica en el bienestar general de una persona?

Es fácil: cuanto mejor esté emocionalmente un individuo, mejores serán sus relaciones sociales y más rendirá en el trabajo.

En esta línea creo que es importante impulsar una revolución emocional que es la única revolución en la que todo el mundo gana. Porque el bienestar emocional es la base de todos los otros bienestares.

¿De qué manera nuestras emociones y la manera de gestionarlas impactan en nuestro día a día y en las relaciones que establecemos?

Nuestras emociones impactan en el día a día del otro y las emociones del otro impactan en nuestro día. Existe, pues, una comunicación emocional permanente que, aunque sea sin palabras, sentimos muchísimo una presencia que nos acompaña o una presencia que nos incomoda, o una mirada que nos llena de calidez o una que nos da frío.

¿Cómo se puede empezar a ser más sostenible a nivel emocional?

Hablar de las emociones enriquece el conocimiento que tenemos de ellas. Las hace “visibles”. Un ejemplo sencillo es preguntarle a alguien por su película favorita. Lo tiene claro. Su cantante favorito. Responde al momento. Pero si le preguntamos por su emoción favorita, ¡se queda en silencio! Eso es debido a la falta de práctica, a no hablar de ellas.

Es curioso que aquello que nos mueve y nos impulsa sea tan complicado de expresar.

En varias ocasiones ha afirmado que existe una pobreza lingüística a la hora de hablar de nuestras propias emociones. ¿A qué es debido? ¿Cómo podemos mejorar en ese sentido?

Me resulta curioso que nos esforcemos en aprender a hablar en otros idiomas y que no existan en el mercado cursos para aprender a escuchar. En este sentido, no nos damos cuenta de que en la vida y en el trabajo es mucho más importante saber escuchar que saber hablar. Pocas personas saben hacerlo, pero cuando te encuentras con alguien que sabe escuchar es un enorme placer. Porque cuando alguien te está escuchando, no solo te está escuchando, te está poniendo en un lugar, te está diciendo que le importas, que le interesas.

En muchas ocasiones el tiempo que tiene el sanitario para atender al paciente no es suficiente para fomentar una relación cercana. Desde su experiencia en el área de la salud, ¿cómo puede la sostenibilidad emocional mejorar la relación entre médico y paciente?

Gregorio Marañón era un médico absolutamente humanista y tenía una máxima: cuando le preguntaban cuál era el mayor invento en la medicina, él respondía siempre que el mejor y el mayor invento de la medicina es la silla, porque permite que el médico se siente a escuchar a su paciente.

Y es que la escucha puede llegar a ser terapéutica. De hecho, muchas veces, cuando alguien te escucha lo que te está pasando, empiezas a sentirte menos mal.

¿Diría que la sostenibilidad emocional puede ayudar en la prevención de ciertas enfermedades?

Es indudable la influencia que tienen las emociones en muchas enfermedades. Hay algunas que no se pueden demostrar, pero es curioso que algunos pacientes en consulta me han asegurado que saben que su estilo de vida, sus preocupaciones… han sido las causantes de cierta patología. Los médicos todavía no han logrado reconocer esa relación, pero muchos pacientes sienten que es así.

¿Qué consejos daría a quienes cuidan de familiares enfermos para mantener su propia sostenibilidad emocional?

Son situaciones en las que uno se descuida para cuidar sin ser consciente de lo importante que es cuidarse para estar preparado y poder cuidar. En este sentido, los que cuidan a familiares enfermos han de ser cuidados a su vez también. No es señal de debilidad ni de ser vulnerable, pero es importante ser practicante del “egoísmo cooperativo e inteligente”: primero debo estar yo muy bien, para que los de mi alrededor estén muy bien y, cuanto más necesario sea yo, más tengo que cuidarme.

GSK integra la sostenibilidad emocional en su cultura corporativa. ¿Cómo percibe que la Compañía está trabajando en este ámbito?

Solo una empresa con alma trabaja la sostenibilidad emocional, y eso se percibe inmediatamente por la manera de relacionarse que tienen las personas en el trabajo. No hay un medidor, pero a todos nos ha pasado que al entrar en un lugar y reunirse con alguien o trabajar con alguien, enseguida percibes si estas personas están siendo cuidadas emocionalmente o no.

Un ejemplo fácil es en una tienda: puedes entrar y hay quien te recibe con una sonrisa y te ayuda o si tú no quieres que te acompañe, te deja tranquila y, por otro lado, hay quien parece que le estés haciendo una mala pasada preguntándole qué vale aquello. Cuando uno trata de una forma es porque a ellos también les han tratado de tal manera. El ser humano tiene tendencia a hacer lo que le hacen. Entonces, si a ti te cuidan bien, a los clientes los vas a cuidar muy bien. Por esto es tan importante la cadena de cuidados.

¿Qué futuro contempla para el concepto de sostenibilidad emocional tanto en el ámbito de la salud como en otros sectores?

Soy absolutamente optimista y creo que la sostenibilidad emocional llegará a ser tan importante como lo es la sostenibilidad medioambiental. Creo que va a ser así, pero que va a costar. Porque cuanto más importante y más profundo es el cambio, más lento es. Es como con un barco: cuanta más profundidad tiene, más capacidad y más grande y, por lo tanto, más cuesta moverlo en otra dirección.

Por último, nos gustaría terminar con 5 consejos que nos ayuden a cuidar de nuestras emociones.

Nunca doy consejos por la sencilla razón de que, si yo doy un consejo, estoy haciendo el trabajo que debería hacer el que lo ha pedido. Eso sí, pediría a los lectores que escriban cinco cosas que les ayudan a sentirse mejor emocionalmente y que las compartan. Así veríamos cómo coincidimos los humanos, qué es lo que más necesitamos y lo que echamos de menos.