La actividad más distintiva y propia de la Fundación de Ciencias de la Salud desde sus orígenes ha sido, sin duda, la bioética. ¿Por qué decidieron enfocar gran parte de la actividad de la institución en este ámbito?
En la segunda mitad del siglo XX se sucedieron a un ritmo vertiginoso los descubrimientos y las novedades en el área de las ciencias biomédicas como, por ejemplo, la genética molecular o espectaculares avances en el ámbito de la farmacología y la cirugía. Esto hizo que en los años cincuenta y sesenta comenzara a aparecer la preocupación por saber si todo lo técnicamente posible debía considerarse sin más éticamente correcto. Y de esa preocupación nació en 1970 una disciplina nueva, la bioética, que desde entonces ha tenido un desarrollo espectacular. Cuando iniciamos la actividad de la Fundación en 1991 nos pareció que este era un campo en el que había una gran labor por realizar, y en el que creíamos que era posible hacer cosas que pudieran ser de utilidad para los profesionales sanitarios y que sirvieran para mejorar la calidad de sus decisiones. Y no nos equivocamos.
¿Cuál es la función de la bioética?
La bioética es un tipo de ética. Y la ética es considerada, desde sus orígenes en la antigua Grecia, como una disciplina práctica. Esto significa que consiste en responder a la pregunta a la que todos los seres humanos nos hacemos siempre antes de tomar una decisión: “¿qué debo hacer?”. La formación que nos han dado en la enseñanza media y en la universitaria está basada en hechos científicos, pero sin prestar ninguna atención al otro elemento que necesariamente entra en cualquier toma de decisiones, como son los valores. De ahí la importancia de trabajar en este campo, en el que casi todo está por hacer, porque lo que se oferta carece por lo general de calidad.