¿Qué es la HAP?
La Hipertensión Arterial Pulmonar (HAP) es una enfermedad grave que afecta a las arterias pulmonares, ya que estas disminuyen su calibre y se vuelven menos flexibles. Debido a este estrechamiento, la patología provoca una resistencia al paso de la sangre, elevando así la presión arterial. En ocasiones, algunas arterias pueden llegar a cerrarse por completo, lo que complica el paso de la sangre y la capacidad del pulmón de llevar oxígeno a la sangre.
Aunque se trate de una enfermedad que pudiese llegar a padecer cualquier persona independientemente de edad, género o etnia, se ha demostrado que suele afectar a personas de entre 20 y 60 años y a un número algo mayor de mujeres que de hombres. En ocasiones, la HAP se puede desarrollar como consecuencia de otras enfermedades contagiosas e infecciosas como el VIH y la hepatitis B o C. No obstante, la HAP no es contagiosa y, por lo tanto, no puede transmitirse de una persona a otra.
Principales síntomas y tratamiento
Las personas que viven con HAP pueden presentar una amplia variedad de síntomas, muchos de los cuales pueden no ser tan evidentes por meses e inclusos años, y pueden llegar a confundirse con otras patologías. En este sentido, la sensación de fatiga, el síncope o sensación de desvanecimiento, el dolor de pecho, las palpitaciones, la dificultad para respirar y el edema son algunos de los síntomas más frecuentes de esta patología respiratoria. Por otro lado, entre los signos de alerta menos frecuentes se encuentran la tos, los cambios anormales de la voz y la hemoptisis (expectoración de sangre proveniente de los pulmones).
Además de una sospecha clínica basada en los síntomas, a la hora de diagnosticar la enfermedad también se tiene en cuenta el historial familiar, los resultados anormales en exámenes físicos, electrocardiogramas, pruebas de función pulmonar, etc. Aun así, para confirmar el diagnóstico de la HAP es necesario conocer la presión en las arterias pulmonares a través de un ecocardiograma y un cateterismo cardíaco derecho.
A pesar de que el tratamiento de la patología pueda ser, en ocasiones, retador y requerir de un seguimiento cercano, hay muchas personas que conviven con la HAP que pueden llevar una vida feliz y plena a pesar del diagnóstico y encontrar maneras de adaptar sus rutinas o tareas diarias a la enfermedad e incluso combinarlas con la actividad física.