Las células que conforman nuestro sistema inmune son capaces de detectar miles de agentes, desde virus hasta lombrices parasitarias, conocidos como agentes patógenos. Las células de nuestro sistema inmunológico pueden incluso diferenciar entre nuestras propias células y las células o materiales externos. Una vez que las células inmunológicas detectan su objetivo, ajustan su respuesta, que acabará con el agente patógeno invasor.
Se trata de una red potente, y nuestros investigadores llevan bastante tiempo analizando nuevas formas de utilizar el sistema inmunológico para combatir el cáncer, y tratando de dar respuesta a una pregunta: ¿podemos enseñar al sistema inmunológico a identificar las células cancerígenas, marcándolas para su posterior destrucción?
La proteína STING
Una de las proteínas que picó la curiosidad de nuestros investigadores es la que lleva por nombre STING (aguijón o picadura en inglés). Cuando esta se activa, provoca que el cuerpo libere un subconjunto de linfocitos T que son capaces de reconocer y destruir células cancerígenas. Y, ¿cómo podemos activar esta proteína?
En el estudio publicado en Nature, nuestros científicos describen el trabajo que han realizado para encontrar nuevas moléculas que puedan activar la proteína STING.
“Encontrar una molécula que coincida con la proteína que se está buscando es un proceso complicado. Hemos estado investigando STING durante unos cuantos años para aprender más sobre su funcionamiento y sus efectos sobre las células. Examinando múltiples bibliotecas de moléculas, hallamos una familia de ellas que presentaban una actividad prometedora y las que, ajustando sus propiedades, se convertían en un activador más eficiente de la proteína STING”, describe Joshi Ramanjulu, Seniors Director de Medicinal Chemistry y uno de los autores titulares del estudio.
Estas moléculas, que son las primeras de su categoría, funcionan de forma diferente a algunos de los otros activadores STING que están en desarrollo.
Ramanjulu lo explica en detalle: “Una de las ventajas potenciales de estas nuevas moléculas es que se pueden inyectar en el flujo sanguíneo, en lugar de tener que hacerlo en un tumor, lo cual es más complicado. Son capaces de llegar a tumores que antes eran inalcanzables, y a grupos de células cancerígenas que se hayan separado del tumor principal, lo cual puede aumentar el número de opciones de tratamiento para los pacientes. También pudimos observar, en los modelos de cáncer de ratones, que las nuevas moléculas pueden activar la ‘memoria’ del sistema inmunológico. Eso hace que, en el caso de que el cáncer reaparezca, las células inmunitarias están preparadas para atacar, sin necesidad de recurrir a otros tratamientos”.
Liberar el potencial de STING