Conocida por la fiebre que provoca y, en ocasiones, porque los pacientes de tuberculosis tosen sangre, se creía que la TB estaba bajo control y que era algo relegado a novelas victorianas en lugar de un elemento de la vida moderna. Pero esta enfermedad potencialmente mortal ha vuelto a resurgir, y ahora hay 10 millones de casos al año.
Existen diversas razones por las que la TB ha reaparecido. Una es el prolongado y complicado proceso de los antibióticos, que es el tratamiento actual para muchas infecciones. Generalmente, los pacientes pueden tomar hasta cuatro medicamentos diferentes durante seis o nueve meses.
Alrededor del 20 - 30% de los pacientes no finaliza su tratamiento y esto crea oportunidades para que se desarrollen cepas más letales y resistentes a los medicamentos. Combinado con la falta de nuevas opciones de tratamiento en los últimos años, esto ha contribuido a un aumento de casos de tuberculosis
En este contexto, la OMS ha establecido el ambicioso objetivo de reducir el número de muertes por tuberculosis en un 95% entre 2015 y 2035, advirtiendo de que el hecho de no poner fin a la tuberculosis conllevará graves consecuencias para la salud pública individual y mundial.
Pero la munición actual no es suficiente para detener la tuberculosis. Si la comunidad mundial quiere alcanzar el objetivo de la OMS, entonces necesita encontrar nuevas y mejores opciones de tratamiento – y una vacuna más efectiva.
La búsqueda de una nueva vacuna
Actualmente, solo hay disponible una vacuna contra la tuberculosis: la vacuna Bacillus Calmette – Guérin, más conocida como BCG. Suministrada a los bebés, la vacuna previene a los niños de graves enfermedades, pero su efectividad varia contra la TB pulmonar en adultos. La vacuna BCG juega un papel esencial para proteger a los bebés en los países endémicos de TB, pero no es suficiente para controlar la enfermedad a escala mundial.